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SIDDHARTA DE HERMANN HESSE

 SIDDHARTA
HERMANN HESSE

Siddharta


Hermann Hesse nos propone en este libro sus conclusiones filosóficas sobre una humanidad que se crea y se destruye.

Hermann Hesse

Hijo del Braham

Siddharta es un joven hindú que en su afán por hallar su verdadero yo inicia una búsqueda, siendo uno de los jóvenes más prominentes en su pueblo natal y con sus padres apoyándolo y guiándolo en sus sacrificios, meditaciones, entre los más jóvenes parecía ser ya, lo que sería un sabio del lugar, pero no le bastaba lo que había aprendido él sentía que ya había agotado todo lo que esos sabios le podían enseñar, al contarle a su padre acerca de la decisión de dejar su hogar para partir con el grupo de Samanas del bosque, este se rechazó su propuesta y tras una larga noche para ambos, al último le permiten ir con ellos, dejando el joven Siddharta a su padre y madre agobiados por su decisión, Govinda y Siddharta emprenden su camino.


Samanas

Adentrados en el bosque, meditando, ayunando y mendigando, aprendiendo las enseñanzas de aquellos Samanas, Siddharta seguía sintiendo que algo no le terminaba por llenar su curiosidad, su búsqueda, sentía que faltaba algo más.

Govinda su fiel amigo y seguidor, lo admiraba tanto, siempre iba a donde él fuera, lo seguía como su sombra, veía como todavía con lo Samanas, Siddharta se sentía vacío.

Un día escucharon a muchos en el pueblo hablar de Gotama, el buda, el sabio de la tribu de los Sakias, los creyentes decían que Gotama poseía la máxima ciencia, que había alcanzado el Nirvana, constantemente se escuchaban rumores de él y la gente que iba a conocerle y escuchar su doctrina, hasta que por fin Govinda y Siddharta deciden ir a buscarle y dejar la doctrina con los Samanas.


Gotama

Y así continuaron su camino hacia la ciudad de Savatthi donde se encontraba el majestuoso. 

Al llegar a la ciudad preguntaron en la primera casa y les indicaron el camino hacia el buda, en un bosque cerca de la ciudad llamado Jetava, lo vieron sentado bajo un árbol de mango, hablando hacia sus seguidores que eran ya bastantes, y ahí escucharon al ilustre predicar con voz suave y firme, las cuatro frases esenciales, mostraba el octavo sendero, repetía con paciencia y constancia la enseñanza, Govinda y Siddharta lo escucharon junto con otros tantos peregrinos y al llegar la noche muchos pidieron ser aceptados a la doctrina del ilustre.

Govinda se adelantó y pidió al igual que otros, formar parte de la doctrina, pero Siddharta no, lo cual dejó a Govinda impactado y con dudas.

Pasaron tiempo caminando y Govinda trataba de descifrar el porqué su amigo a quien tanto admiraba, no le había interesado formar parte de la doctrina del majestuoso.

Sin embargo, Siddharta ya estaba decidido que eso no era para él, y despidiéndose y deseándole a Govinda que siguiera el camino de la doctrina hasta el final y encontrará la iluminación, se marchó en busca de su propio despertar.


El Despertar

En su despertar, meditando del porqué de su búsqueda interminable, siempre en busca del Yo, pero siempre huyendo, siempre ocultando el Yo, Siddharta no se conocía, tenía miedo de él mismo, decidió aprender de él, ser su propio discípulo, su propia doctrina, se encontró con que todo lo que lo rodeaba era uno solo, la unión del todo. El sentido y la realidad no se encontraban detrás de las cosas, estaban dentro de ellas, dentro de todo.

¨Lo mas seguro es que el cuerpo no fuera el yo, ni en el juego de los sentidos, como tampoco lo era el pensar, ni la inteligencia, ni la sabiduría aprendida, ni la enseñanza en el arte de sacar conclusiones y de construir nuevos pensamientos por entre las teorías ya enunciadas. No, también en el mundo de los pensamientos se encontraba aún de este lado, y no conducía a ningún fin; se mataba al fugaz yo de los sentidos y sin embargo, se alimentaba el fugaz yo de las reflexiones y la sabiduría. Ambos, los pensamientos y los sentidos eran cosas hermosas; detrás de ambos se escondía el último sentido, debía escucharse a los dos, se tenía que jugar con ambos, no se debía menospreciar ni sobrevalorar a ninguno de ellos¨.

Así, al alejarse del bosque, llegó a la orilla de un río, donde el barquero le dejo hospedarse esa noche, al amanecer le pidió que lo cruzara, mientras cruzaba Siddharta le comento que no tenía cómo pagarle a lo que el barquero que parecía más un sabio que un simple barquero, lo dejó sin problema alguno.


Kamala

Al llegar a la ciudad, se encontró con una mujer bella llamada Kamala, a la cual siguió hasta su jardín y pidió a sus criados el poder acercarse a ella. La mujer concedió el deseo de Siddharta y sin dudarlo, le pidió él cómo podía ser amigo de tal mujer y poder besarla, a lo que ella le dijo que un simple Samara del bosque con pies empolvados no podía estar con ella, tendría que tener dinero, zapatos y vestido.

Siddharta le pide un consejo de dónde encontrar esas 3 cosas, Kamala le pregunto que sabe hacer, Pensar, esperar, y ayunar le dice.

Kamala noto esas 3 cosas como cosas simples y sin sentido a lo que, Siddharta le propone un poema y si le gustaba Kamala le daría un beso.

El poema hizo a Kamala aplaudir y después del beso siguieron uno tras otro, cada uno diferente que lo hizo sentirse como un niño conociendo cosas nuevas y dignas de aprender. 

Al día siguiente se volverían a ver y Siddharta pensaba que esta vida que se vive en este mundo es fácil.

Kamala lo presenta con un comerciante, el cual, le enseña de qué trata su negocio y tanto aprende Siddharta del comercio como el comerciante veía en él un sabio, alguien que respetaba y admiraba.

Ese mundo era simple para Siddharta, era un juego en el cual, el comerciante se hundía en problemas tan pequeños, se llenaba de emociones por acciones que para Siddharta, acostumbrado a pensar, esperar y ayunar, que solía estar en el bosque, simplemente no era nada.


Sansara

Todo lo hacía con tal de estar con Kamala y aprender de su arte de amar. 

Pasaron los años y Siddharta había vivido la vida del mundo y de los placeres, los años pasaban, rodeado de bienestar, apenas se daba cuenta. Se había hecho rico; ya poseía su propia casa con criados, pero a excepción de Kamala, nadie consiguió ser su amigo íntimo, ni siquiera el comerciante.

Siddharta bebió, perdía dinero y lo volvió a ganar en los dados, después de una gran perdida, buscaba nuevas riquezas, hacia los negocios con más diligencia, obligaba a saldar las deudas con más severidad, pues quería seguir jugando, malgastando, demostrando su desprecio por el dinero. Ya no era un juego de ellos ya era parte de él ese mundo.

Hasta que un día Kamala tratando de hacer que le volviera a contar acerca de Gotama, le gustaba que le contara de el, pero ya Siddharta no le había contado de él, estaba alejado de aquel que fue, se había perdido en este mundo y se sentía viejo y asqueado, y así recostado con Kamala sollozando se despidió y se retiró a su casa embriagado, repasaba en su cabeza toda su vida, trataba de escuchar esa voz interna que solía escuchar pero ya se había apagado. 

Llegó a su casa y en su jardín bajo el árbol de mango que tenía, Siddharta se dio cuenta que el juego el Sansara ya había terminado, no le importaba las posesiones, el dinero, el comerciante, si pensaba en Kamala pero sabía que todo eso era parte del Sansara,

Se levantó y dejó su casa y salió de la ciudad para nunca regresar, dejando todo atrás.

Camino hasta llegar a la orilla del río, aquel río que alguna vez cruzó cuando era joven, pero esta vez con vestimenta, cabellos perfumados, zapatos y embriagado del mundo de los placeres, se rindió ante aquel río deseando morir, se tiró a la orilla buscando ahogarse, cuando de pronto muy dentro de él escuchó la voz interna, diciendo OM, se alegró de escucharla otra vez, después de tanto tiempo, pero el cansancio lo rindió y durmió ahí mismo.

La mañana siguiente al despertar, se encontró con un monje a su lado, que al verlo que se recuperaba de su sueño, le dijo que estaba esperando a que despertara para poder irse ya que el lugar o era seguro, pero aunque el monje no lo reconocía a el, Siddharta lo reconoció de inmediato, era su amigo Govinda, quien al enterarse de que era su amigo de la infancia, se sorprendió por como lucía, como una persona adinerada y elegante, cuando el Siddharta que él conocía era más un Samana del bosque.

Siddharta le cuenta de la vida que tuvo en la ciudad, como llego a ser rico y como dejo todo, reflexiono junto a Govinda, quien al igual que el andaba peregrinando sin destino fijo, con un aprendizaje nuevo. 

¨Es bueno, pensó, probar personalmente todo lo que hace falta aprender¨.


El Barquero

Desde pequeño había aprendido que los placeres mundanos y las riquezas no llevaban a nadie bueno, pero ahora lo había vivido, y ahora lo sabía y no solo porque se lo habían enseñado, sino porque lo vio con sus ojos.

Ahí en el río, volvió a encontrarse con el barquero, al cual, le volvió a pedir que lo ayudara a cruzar, esta vez, le intercambiar sus ropas, ya que no tenía cómo pagarle, se ofreció a trabajar con él y aprender del barquero, el barquero sonriente aceptó y le dio asilo en su cabaña, 

Siddharta le platico al barquero su vida, desde que salió de casa, el bosque con los samanas, Gotama, le platico de Kamala y su vida con el comerciante, mientras Siddharta le habla el barquero solo lo escuchaba y sentía como prestaba atención a todo lo que él tenía que decir, sabía escuchar como nadie, sentía que debía de aprender del barquero ese arte de escuchar. Lo había aprendido del río.

Siddharta aprendió del río junto a su amigo barquero Vasudeva, el río lleva las voces de la creación, los secretos. Muchos eran los rumores que se hicieron acerca de los sabios barqueros, iban a conocerlos, a contarles sus vidas, a pedir consejos, ya eran dos viejos que vivían solos en a la orilla del río, cuando uno trabajaba en la barca otro trabajaba la siembra de arroz y así vivió mucho tiempo.

Un día se escuchó el rumor de gente que cruzaba el río, que el ilustre, el majestuoso, estaba muy enfermo, que en cualquier momento podría morir, eran muchas las personas que buscaban cruzar el río para ir a visitarlo.


Hijo

Kamala, que era una fiel seguidora del majestuoso, había regalado su jardín para los monjes, al enterarse de la noticia, junto a su hijo, salió de la ciudad para encontrarse con el ilustre, pero al llegar a la orilla del río, una serpiente la había mordido, ya para cuando llegó Vasudeva, el veneno ya había recorrido su cuerpo y el pequeño llorando junto a su madre sin poder hacer nada, Vasudeva la lleva a la cabaña donde se encontraba Siddharta que inmediatamente la reconoció, y al saludarle, Kamala apuntando al niño, le menciona que es su hijo, de nombre Siddharta.

Muere Kamala y deja al pequeño Siddharta, que venía de otro mundo, aquel mundo del que se había alejado Siddharta.

Un niño caprichoso que no aceptaba a su padre, sentía que no pertenecía a ese lugar que para él era horrible, un día el niño lleno de odio, furia y desprecio le grita a su padre, y huye del río.

Siddharta quien nunca se había preocupado por nadie, que nunca había amado a nadie, sintió como, aunque el niño lo despreciaba, él lo amaba. Corrió tras de él, pero ya había cruzado el río con la balsa, así que pidió ayuda al Vasudeva para hacer otra.

A pesar de las advertencias y consejos de no seguirle Siddharta ignoraba a Vasudeva, cuando lograron terminar la balsa y cruzar, Siddharta corrió para adentrarse a la ciudad, y quedarse en la entrada admirando el lugar donde conoció a Kamala, y ahí, recordando su vida, observaba a lo monjes pasear por el jardín de Kamala, él solo podía repasar su vida en ese lugar, al comerciante, la bebida, los dados, la vida mundana. Se quedó horas derrotado a la entrada de la ciudad, hasta que su amigo Vasudeva llegó por él, y tener que aceptar que su hijo, tenía que sufrir lo mismo que él sufrió, aprender del mundo como él lo hizo, dejar a sus padres como él lo hizo, y aunque el dolor fue muy grande, regreso a la cabaña junto a su amigo.


Govinda

Govinda, junto a otros monjes, descansaba en el jardín que Kamala había regalado a los monjes. Había oído hablar de un viejo barquero que vivía junto al río, que era considerado como un sabio. Govinda cuando tenía que empezar su peregrinación, decidió hacerlo hacia ese rumbo y conocer al barquero.

Al llegar al río Govinda, habló con el barquero, preguntando al barquero si estaba en busca de la verdad, y Siddharta aunque no solía hablar mucho pero al reconocer que se trataba de Govinda, empieza a intercambiar ideas que para Govinda resultaban bastante profundas e interesantes, llenas de sabiduría, lo escuchaba con una voz tan suave, lo veía como si viera al Gotama. Siddharta le comenta que ya hace muchos años él lo había cuidado, cuando tirado a la orilla del río, se había quedado dormido, y Govinda se llena de alegría al saber que se trataba de su amigo Siddharta.

Govinda tratando de asimilar la sabiduría de Siddharta acerca de la unión, de cómo el Sansara y el Nirvana son una sola cosa.

Mientras lo escuchaba y observaba a él, veía al mismo tiempo miles de rostros, observó la cara de un pez, de una carpa, vio a un recién nacido, vio a un asesino, y ser decapitado, observó miles de cadáveres, observó a Krishna y a Agni, captó figuras y rostros en mil relaciones entre ellos, cada una en ayuda de la otra, amando, odiando, destruyendo y creando de nuevo.

Así vio Govinda esa sonrisa de la máscara, la sonrisa de la unidad por encima de las figuras, la sonrisa de la simultaneidad sobre las mil muertes y nacimientos, esa sonrisa de Siddharta, en todo, igual a la de Buda, serena, fina e impenetrable.

Se inclinó ante Siddharta, casi hasta el suelo: ante aquel hombre cuya sonrisa le recordaba todo lo que había amado.

El Divergente

Siddharta, me hizo sentirme tan identificado, y quien no, al igual que el, cuando vagando entre pensamientos, vas en busca de tu yo verdadero, en momentos te pierdes, en otros te encuentras, logras alcanzar algo, pero luego lo destruyes, crees estar en el camino correcto y después te das cuenta que estas mas perdido que en el principio, a pesar de tantos cambios y tantas vivencias, vas aprendiendo de tu propio ser, tu ser es aquel ser versátil, movible, sensible que esta en constante búsqueda.

Como te destruyes y te reconstruyes en un ciclo interminable de exploración, el humano suele ser tan curioso acerca de su existencia que busca mil manera de encontrar explicación, doctrinas que nos den una guía para alcanzar la iluminación, pero al igual que Siddharta, considero que hasta que uno mismo prueba algo puede determinar si es para ti o no. No podemos separar nuestra naturaleza humana y nuestra infinita conciencia, viajando entre pensamientos, ideas e ilusiones que pueden generar otro mundo dentro de nosotros, la unión de aquello que no vemos pero sentimos, a nuestros sentidos y pensamientos. La doctrina de nuestro propio camino, aprendiendo de nuestras experiencias. Aceptando que somos seres que podemos destruirnos y volvernos a construir vez tras vez, sin juzgarnos, ni reprimirnos.

Me encantó el libro, de verdad que soy totalmente ajeno a esto y me sorprendió a un nivel supremo.

Me ha dejado pensando todo el día, dándole vueltas a mi vida como Siddharta, en su retorno con el barquero al saber que tenia que dejar ir a su hijo.

Si ya lo leíste, comenta que te pareció, como lo interpretaste tu? 

Si no lo han leído, les dejo el enlace para comprarlo, lo cual me ayudaría mucho su compra a través del enlace.


Siddharta





El Divergente



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